jueves, octubre 05, 2006

NATURAL BORN KILLERS

OLIVER STONE. 1994.
Posiblemente, el mejor ejemplo de en qué consiste el pastiche posmoderno.
Sobre una historia de Tarantino, el irregular Oliver Stone construye una frenética fábula sobre el tratamiento de la violencia en los medios.
Es la historia de dos asesinos en serie Mickey (Woody Harrelson) y Mallory (Juliette Lewis) que son capturados en plena carrera criminal. Obsesionados por la fama, siempre dejan a alguien vivo para que cuente sus hazañas. Los asesinos natos son el tema principal de un programa de televisión que, obsesionado por el share les hará la entrevista del año en la cárcel tras la final de la super-bowl. En plena entrevista, se iniciará un sangriento motín que les servirá para huir.

Para contar esta historia, Stone compone un complejo pastiche visual: animación, combinación del blanco y negro con el color, el uso y abuso de filtrados desnaturalizados, la evidenciación del plató, el uso de pantallas para crear los fondos, la iluminación artificial, el material de archivo reutilizado (found-footage)…
Stone en ningún momento oculta su mano. Toda la película transcurre en un entorno de ficción absoluta, que la hace más cercana al discurso que a la historia (aunque, eso sí, consigue un punto de equilibrio muy interesante).
Quizá el mejor momento sea el flashback en que nos enteramos de cómo se conocieron los dos protagonistas. Stone recurre a la sit-com para ironizar sobre la violencia doméstica. Mallory es acosada por su padre y Stone lo acompaña con… ¡¡risas enlatadas!! Mallory conoce a Mickey, este acaba en la cárcel y al salir, ambos asesinan a los padres de ella iniciando así su sangrienta aventura.

Stone juega en todo momento a fusionar cine y TV, implicándolos a los dos en la misma batalla. Ambos son culpables de la espectacularización de la violencia y ambos deberían reflexionar sobre su forma de tratar el tema.
Al final, el reportero que les ha hecho famosos y que se ha unido a ellos (Robert Downey Jr) será el testigo de su último asesinato: él mismo.
El reportero les ha hecho grandes, les ha dado la voz, los ha convertido en héroes nacionales… pero ha establecido un juego en el que él mismo va a acabar perdiendo. Mickey y Mallory iniciaron la espiral con sus asesinatos, pero el reportero la continuó con su tratamiento de la información.
Así, la espiral avanza hasta el punto de que los asesinos ya no necesitan al reportero. Él les suplica lloriqueando que le perdonen la vida porque alguien debe contar su gesta. Pero Mickey lo tiene claro… para eso ya están las cámaras!
La espiral de violencia continúa su camino sin que nadie pueda detenerla… ya que a todos se nos ha ido de las manos.

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