domingo, junio 03, 2007

EL ANDERO


(PASAJERO SIN DESCUENTO DE UN PRESAGIO EN MOVIMIENTO)


A la hora en que se apagan las farolas,
cuando el amanecer desvela los secretos de la oscuridad y
la luz destiñe las mentiras de la noche.
Un reloj cuenta diez lágrimas. La rutina avanza hacia el abismo.
El solitario viajero observa con desidia sus mismos pasos
al regreso de su camino periódico de evasión.
Su ya típica dosis nasodilatante y mentedespejante lo mantiene no defraudado pero sí desgraciadamente acostumbrado.
Las constantes huidas se han convertido en premeditadas y
ya no sirven de fuga, antes bien, acrecientan su rutina.
Sus ojos dilatados añoran lo imprevisible
mientras observan a los pies seguir el sendero que, como siempre,
le conducirá a una cama deshecha de recuerdos
y cruelmente abandonada en la más mísera soledad.
El triste caminante se siente como restos de farlopa en un billete falso, como un pájaro encerrado en el infierno.
Así se siente. Sólo entre la gente, triste entre las risas,
angustiado por el ambiente, sudando en guerra fría.
Solo. Machacado. Incomprendido.
La tenue luz del momento primero disipa sus dudas:
ya ha llegado el sol de Enero
y con él, el camarero de desgracias cesa su contrato en el basurero,
y se hace repartidor de cuentos, temporalmente claro,
pues para eso hay ya más de un pesetero.
Se acerca una nueva primavera de la que brotarán
esperanzas e ilusiones.
Alegrías y sueños.
Pero eso asusta al viejo caminero que cegado por un opaco pasado
no ve en el futuro más que tintes negros.
Andero que anda cabizbajo y sin destino,
no puede esperar novedad de un pavimento frío,
coloreado por sucios charcos que nunca serán pisados
por tal profeta desatendido.
Su cuerpo pervive alterado mientras su alma,
alimentada por fracasos y empates solidarios,
medita la salida de tan repetido viaje.
Como tantas otras veces el escape está en la vía,
y al cruzar el andén se detiene.
Nadie le espera al otro lado. Nunca nadie le ha esperado.
Por fin el final de un principio atormentado.
El tren, como siempre, transportará al viajero por contiguos paisajes,
pero esta vez, hacia un futuro nuevo.
¿Hacia un cielo despejado o un paraje quemado?
Que más da! Cualquier puerto es bueno para un navío desorientado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tío, estás que te sales!

que wapo...

:)

Calité!

Plastic Gun dijo...

Zé, que bien que tengas otro proyecto, como dice el chico de aquí arriba, estás en plena efervescencia creativa. Que dure y ánimo con todo. Saludos.