jueves, septiembre 07, 2006

TARANTINO VUELVE A POR SUS FUEROS


He de decir que odio CSI. Me lo suelo tragar mientras ceno los lunes, por eso sé que hablo con conocimiento de causa y cada vez estoy más convencido de que no me gusta.
No me gusta por varios motivos: porque el esquema es demasiado estricto y previsible, porque todo lo que se dice durante el capítulo tiene que ver con el resultado final del mismo, porque nunca se equivocan, y porque las líneas argumentales transversales (esas que van más allá del simple capítulo y se alargan durante toda la temporada) me parecen flojas y poco atractivas.

Por eso me parece magistral la vuelta de tuerca que le ha dado Tarantino en un solo capítulo.
Muchos me odiarán por lo que voy a decir pero con Kill Bill (aún entendiendo las dos como una sola, creo que es su peor película) y su presidencia en el jurado de Cannes (dándole el premio a la maniqueísta Fahrenheit 9/11) me pareció que al autor de las magistrales Pulp Fiction y Reservoir Dogs se le había pasado el arroz.
Afortunadamente, en este capítulo de CSI, el de Knoxville, ha vuelto a demostrar porqué está donde está y que todavía tiene mucho qué decir.

Tarantino consigue crear un capítulo que encanta tanto a los defensores como a los detractores de la serie. Su mano se reconoce desde la primera steadycam que va del coche al lugar donde se ha producido el crimen. El ritmo habitual de CSI hubiera pedido 5 planos para esa acción, Tarantino usa solo uno porque los otros cuatro sobran.
Acto seguido, el CSI en cuestión (perdonadme, no sé los nombres) es secuestrado. Su raptor lo entierra en un ataúd de cristal con una pistola y un fluorescente verde.
Luego les envía a los CSI una dirección de internet en la que al apretar un botón, se enchufa la luz del habitáculo y mediante una webcam, pueden ver sufrir a su compañero.
Fascinados y con afán de encontrarlo, no paran de darle al botoncito para verlo gimotear. Lo que no se dan cuenta es de que al enchufarse la luz, el aire deja de entrarle a su compañero por lo que al querer verlo, lo están matando.
Una muy interesante reflexión acerca del voyeurismo, y la espectácularización del sufrimiento de la que tanto CSI como Tarantino son claros exponentes (pero no nos engañemos, no viene de ahora: también Posada y Diego Ribera)
La búsqueda avanza y fiel a las reglas de la serie, el culpable es el tercer o cuarto sospechoso, como siempre, lo que Tarantino no respeta es que se sepa al final del capítulo: te lo dice a mitad!!
Y lo cojonudo de todo es el motivo que lleva al malote a hacer lo que hace: los CSI se equivocaron hace años y metieron a su hija en la cárcel por un delito que no había cometido. Por creer en sus sofisticadas y objetivas pruebas, destrozaron la vida a una inocente.
LOS TODOPODEROSOS CSI COMETIERON UN ERROR Y AHORA UNO DE ELLOS VA A MORIR!!!!
Pero… ¿es justificable la pena de muerte? ¿Acaso no existen medios más eficaces para resarcir los errores del pasado?
¿No tenemos derecho, pues, a una segunda oportunidad?
A partir de ahí el objetivo ya no es encontrar al culpable, sino salvar a la víctima.

En el proceso, Tarantino irá renovando y retocando el estilo CSI: planos secuencia (magistral el del momento en que averiguan de que parte de la ciudad vinene las hormigas que se están comiendo a su compañero), diálogos intrascendentes, inclusión en la trama de los familiares de los CSI dándoles otra dimensión más humana a los personajes y, sobretodo, la irrupción de una línea argumental transversal para la siguiente temporada: las consecuencias de todo lo ocurrido en este capítulo.
La resolución es la previsible, lo acaban salvando gracias a sus grandes conocimientos pero en el camino todos los personajes han aprendido algo, todos se han dejado la piel, se han implicado y han ofrecido, sin lugar a dudas, su mejor interpretación de toda la serie (al final resultarán ser buenos actores)

Tarantino ha puesto el listón muy alto y dudo que CSI sepa mantenerlo. En verdad, me da igual porque lo importante es que el maestro
golpea de nuevo y lo hace con fuerza.
Gracias Quentin.
Muchas Gracias.

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