jueves, mayo 08, 2008

LA COLUMNA DURRUTI

Documento encontrado por eL piRata RoBerts.

INFORME CONFIDENCIAL.

AVISO!
Quién, por algún casual, accediera a esta información, deberá detener la lectura de la misma en este preciso instante. No lea más allá de las líneas de este aviso. De lo contrario, los agentes de seguridad pertinentes a su zona, actuarán conforme al procedimiento habitual.
Sea consciente de los peligros que corre y si, movido por el conspiracionismo, el espionaje u otros intereses políticos, decide seguir adelante no dude, ni por un instante, de que será eliminado.
Le estamos observando.

Bolonia. 1 MAYO. 2018.
El Primero de Abril de 2012 sucedió un hecho completamente inusual de cara a los impávidos ojos de la Historia. Diez restaurantes de la cadena multinacional McDonald’s volaron por los aires en diez ciudades distintas repartidas a lo largo del planeta.
Kansas City (U.S.A), México D.F. (México), Buenos Aires (Argentina), Ciudad del Cabo (Sudáfrica), París (Francia), Moscú (Rusia), Jerusalén (Israel), Hong Kong (China), Manila (Filipinas) y Melbourne (Australia) fueron las sedes de tan certeros atentados.
Las diez bombas explotaron al mismo tiempo, las 10 de la mañana hora parisina, y todas bajo el mismo procedimiento.
Una llamada alertó de la colocación de la bomba con media hora de antelación. No había posibilidad de negociación ya que los autores no pedían nada a cambio. Simplemente que se vaciarán los locales y los aledaños. Nada de artificieros, las bombas iban a explotar sí o sí. “Solo podéis evacuar. Después recogeréis las cenizas…”
En las diez ciudades, la policía actuó de la única forma en que podían. Se evacuaron las zonas de forma rápida y después…

Después de las explosiones nadie entendía qué había pasado. Nadie excepto los responsables de defensa y antiterrorismo de la Casa Blanca que enseguida se autoproclamaron responsables de la investigación internacional.
Las llamadas habían sido bien claras en los diez casos. Siempre el mismo texto lapidario
“… Después recogeréis las cenizas del nuevo orden. El capitalismo ha muerto. Esto sólo es el principio.
La Columna Durruti.”

Diez bombas que explotaron en sólo cinco minutos de diferencia habían bastado para hundir a una de las más importantes empresas del mundo. Diez bombas que habían eliminado de un plumazo la McDonaldización imperante y habían hecho que el payaso de las hamburguesas se hundiera en la bolsa un ritmo aplastante.
Y esto sólo había sido un aviso. ¿Qué podía ser lo siguiente? ¿Diez Foster Hollywood? ¿Diez Pizza Hut? ¿Veinte Burger King?
O peor aún, los autores no habían pedido nada a cambio. No querían obtener nada, solo hundir el sistema económico impertante. Podrían volar treinta cajeros automáticos, cuarenta gasolineras, cincuenta tiendas de telefonía…
“La Columna Durruti”.
Fueran quienes fueran esa banda de locos habían dado donde más duele.

Las investigaciones pronto dieron sus frutos y dos nombres brillaban como posibles responsables intelectuales de los acontecimientos. Roman Eremenko y Leslie Wolfe.
El primero, un ruso de unos cincuenta años. Conocido activista post-soviético que llevaba unos años desaparecido.
El segundo, Leslie Wolfe, un popular líder sindical de las barriadas de Sheffield, Gran Bretaña.
Supuestamente, ambos se conocieron en Bolonia, en los preparativos de la anticumbre de Génova. Rodeados de Tutti Bianchi, estrecharon una relación fructífera.
Eran buenos tiempos, en los que se soñaba con vencer a las armas con la fuerza de la imaginación.
Imaginar un mundo mejor es el primer paso para conseguirlo y allí imaginaron dar forma a conceptos como igualdad, libertad y esperanza.
Trazaron todo tipo de planes y actos simbólicos para hundir al capitalismo.
El más grande: volar diez McDonald’s a la vez en diez partes distintas del mundo.
En principio el plan no parecía más que una conversación de borrachos en la barra de un tugurio de barriadas pero con los años, la idea fue madurando hasta hacerse realidad.

Diez bombas.
Cinco minutos.
Ningún muerto.
Demasiado fácil. Demasiado eficaz. Demasiado estruendoso.
Fueran quienes fueran, lo que estaba claro era que su gesta no resultaba complicada en absoluto para cualquiera que los quisiera emular.
En la Casa Blanca se tiraban de los pelos. No podemos mitificarles, no podemos darles cancha. “Si la opinión pública conoce esto… estaremos perdidos.”

Había que inculpar a otros.
Colgarle el muerto a los de siempre parecía la opción más acertada.

Lo que ocurrió después es dominio público. E.E.U.U. se embarcó en una lucha a muerte contra el terrorismo internacional. Para justificarla decidió absorber las ideas de sus enemigos. Así fue como se adelantó a Wolfe y Eremenko. Ellos habían amenazado con repetir el mismo modus operandi pero con gasolineras.
Su idea era brillante: destruir el sistema capitalista sin matar a nadie.
La idea del gabinete de crisis de E.E.U.U. no fue menos efectiva aunque, eso sí, mucho más inhumana.
El 15 de Abril del mismo año, es decir, dos semanas después, explotaron en las mismas ciudades y a la misma hora diez colegios católicos.
Murieron más de dos mil niños y la culpa oficial la tuvo el terrorismo islámico.
Solo habían pasado dos semanas y ya nadie recordaba lo sucedido. La Columna Durruti, de nuevo, caía en el olvido y sus cabezas visibles eran perseguidos internacionalmente por colaboración con las cédulas terroristas islámicas.

En pocos meses se invadió Siria, Líbano y, finalmente, Irán.
Para entonces, Roman Eremenko había aparecido muerto en extrañas circunstancias en una cuneta de un polígono industrial a las afueras de Kiev.
Leslie Wolfe no. Ni siquiera se molestaron en seguirle la pista. Al darse cuenta de que iba a ser imposible cazar esta especie de espectro libertario posmoderno decidieron ignorarle. “Si nadie habla de él… no existe”
Porque el sonido es como la luz, que siempre muere frente a otra luz mayor. La luz de una lámpara nos alumbra por la noche pero al hacerse de día, la luz del sol la anula. Aunque sigue encendida, ya nadie la necesita ni repara en ella.
El sonido producido por la revolución que soñaron Wolfe y Eremenko era fuerte y pretencioso. Pero se quedó en nada ante la guerra que el enemigo inició para ignorarlo.
La guerra a la que el enemigo siempre recurre cuando se ve contra las cuerdas.
La guerra del dinero contra las personas.

eL piRata RoBerts.
Bolonia. Mayo 2018.

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