
[las 3 de la mañana nunca había sido una mala hora para casi nada. claro que uno nunca está tan preparado como cree para encontrar la silueta de un cadáver en su buhardilla]
- ¿dónde coño está el puto cadáver? -pregunta el comisario auster con contundencia.
- no lo sé y [anticipándome a su siguiente pregunta] he de decir que también desconozco quién pintó la silueta.
[un gato asoma por la ventana, la silueta lo mira y solo yo parezco desconcertarme]
- por alguna extraña razón, algo me dice que quizá usted nunca tuvo nada que ver con el supuesto cadáver
["supuesto" es un calificativo tan sorprendente como efectivo para tamañas circunstancias]
- el caso es que tampoco recuerdo haber llamado a la policía
- tampoco recordará como vino al mundo y no es motivo para dudar de su existencia
[en realidad, empiezo a hacerlo]
- no mientras el viento siga soplando cada 20 de febrero
- no he entendido la ironía
- nunca la hubo
- me importa una mierda. el caso es que aquí tenemos la silueta de un fiambre y usted parece ser el único sospechoso
[se enciende un cigarro negro]
- piensa que yo maté al fiambre
- en absoluto… lo que pienso es que usted es el jodido fiambre.
[no podría rebatir tal argumento, aún así lo intento]
- en ese caso, de lo único que se me podría acusar es de haber obstruido a la justicia con mi desaparición de la escena del crimen…
- nada que no podamos solucionar en este momento…
[auster me indica con la mirada lo que debo hacer. me parece lógico y, en cierto sentido, justo.
auster apunta algo en su cuaderno rojo mientras yo me tumbo sobre mi silueta que, en efecto, resulta ser mía.
no entiendo nada pero eso no parece importarles una mierda ni a auster ni al gato.
al puto gato marrón de ojos llorosos]