jueves, febrero 28, 2008

teleteching


Llagas en la boca. Dolor de mandíbula. Pupilas dilatadas. Moratones en brazos y piernas. Martillazos en la cabeza. Pinchazos en el hígado. Un extraño hormigueo recorre mi piel de los pies a la cabeza.
Llevo tres horas mirando esa mosca en el techo y el resto de la habitación aún no ha parado de dar vueltas. Debe hacer un olor a ligre de cojones en este catre pero tengo la tocha demasiado sedada para notarlo. En la radio tengo puesto al Jimi Hendrix pero en los oídos solo tengo el pitido recuerdo de los bafles de anoche.
El de los martillazos en la cabeza podía parar de una vez ya.
Me parece que la mosca del techo me está mirando y tengo la sensación de que si estirara el brazo podría cogerla y decirla que la quiero. Pero… ¿qué coño estoy diciendo? me quema demasiado la garganta, dudo que pudiera hablar en voz alta. Da igual, tal vez solo tocándola consiga que el techo deje de dar vueltas, aunque uno al final se acaba acostumbrando a todo.
Me duele el hombro izquierdo. Me duele que te cagas. No sé que coño haría anoche pero creo que me la pegué más grande que el Viernes. Me giraría para ver como está el hombro pero creo que si dejo de mirar a la mosca potaré y eso podría ser desagradable, así que no, no voy a mirarme el hombro, no creo que se vaya muy lejos.
Juraría que Jimi Hendrix cantaba en inglés. No sé, igual me ha rallao y he puesto Extremoduro. De todas formas, hasta que el del martillo no pare no me voy a enterar.
¿Y si ya estoy dormido? ¿Y si todo esto solo es un sueño? No, en los sueños las moscas no están tres horas paradas en el techo. Aunque mirándolo así, en la realidad tampoco suelen estarlo. Quizá no sea una mosca y solo sea una mancha, pero... ¿qué hace una mancha en mi techo tres horas sin moverse?
En estos momentos de incertidumbre me atrevería a jurar dos cosas: que en mi techo no había una mancha así ayer y que Jimi Hendrix no tenía voz de tía. Claro, que Extremo tampoco. No sé, igual me estoy rallando. Igual es mi madre diciéndome que la comida ya está en la mesa aunque bueno, si tanta prisa tiene que hable primero con el del martillo para que me deje en paz de una puta vez.
[…]
Dios! Que castaña llevo todavía. Es la última vez que me meto esa mierda que luego me toca estar mirando al techo horas y horas. Si por lo menos dejara de girar. Aunque bueno, me conformaría con que se me parara la boca, que a este paso me voy a quedar sin lengua joder. Definitivamente, creo que me estoy rallando. El próximo viaje lo haré en bicicleta. Es más cómodo. Es más barato. Es más seguro. Eficacia probada. Así, por lo menos, la mosca sería de colores y la mandíbula me vibraría de reír, y no de mascar chicle. No me dolería nada y me acordaría de todo porque... ¿qué coño hice yo anoche!!
Pa’ flipar.
Joder con el Hendrix, no sabía que pinchaba electro… y además el bombo queda de puta madre!
Sr. del martillo: creo que este puede ser el comienzo de una hermosa amistad...

1 comentario:

Armando Zaragoza dijo...

vuelo hasta una mancah en la pared... me vuelvo ajeno a todo y me sobran hasta mis propios pies,,, y, saborear, si tú le das, todo tiene sentido... y al despertar, te viá cantar cositas al oído.. aiiiii.... iieeeeee...

no sé d'on ix este text, però, deixa de pegar-te homenatges, cabró!!

XD